Yo he visto
«Seguramente volveré otra vez a perderme, mientras que no me dé cuenta de lo que estoy predicando, o sea con que palabras y actos, porque no es fácil llevar al cabo esta tarea. Todo esto está perfectamente claro para mí, pero díganme: ¿quién no se ha perdido nunca? Todos nosotros estamos dirigidos hacia un punto muy claro, o por lo menos intentamos hacerlo, desde el hombre más sabio al último de los criminales, sólo elegimos caminos diferentes. Esta es una vieja verdad, pero ahora hay algo nuevo: yo no puedo perderme del todo. Porque yo he visto la verdad, he visto y sé que los hombres pueden ser hermosos y felices sin perder la capacidad de vivir en la tierra. Yo no quiero y no puedo creer que el mal sea lo normal para los hombres. Desgraciadamente ellos no hacen más que reírse de esta fe mía. Pero ¿cómo puedo no creer en ella? Yo he visto la verdad, no me la he inventado, le he visto, la he visto, y su imagen viviente ha colmado mi corazón para siempre. La he visto en una integridad integridad tan completa que no puedo creer que no exista. Entonces ¿cómo puedo perderme? Me desviaré, claro, más de una vez, y puede que hable con palabras no mías, pero no por mucho tiempo: la imagen viva que yo he visto estará siempre en mí, a lo mejor reclamándome si es necesario, pero dirigiéndome siempre hacia el recto camino. Yo he visto con mis ojos, aunque no consiga contar bien lo que he visto» (F. Dostoevskij)
Somos hijos de los “he visto”, como siempre dice Mariangel: he visto que amar es posible, que vivir el dolor de una manera nueva es posible, que el mal no es la última palabra, que el estudio puede ser una experiencia de crecimiento y de descubrimiento… Los “he visto” permiten construir la vida sobre la roca de los hechos, de una historia de la que soy parte viva.