HACER LO QUE SE ES

De Luigi Maria Epicoco. Publicado el 05-09-2018

[Antes que saber decidir, la cuestión es] nuestra relación con la libertad. ¿Es la libertad sencillamente hacer lo que se quiere? ¿Es poder lo que se quiere? No hacer lo que se quiere, sino hacer lo que se es. Ésta es la razón por la que la libertad siempre es vivida como un acto dramático, precisamente porque en primer lugar no está en relación con nuestra voluntad y con nuestra posibilidad, sino que está -de manera radical- en relación con nuestro ser. Preguntarnos si somos libres, en primer lugar significa preguntarnos quiénes somos. ¿Quiénes somos de verdad? Si la identidad es algo nebuloso, también la libertad se vuelve fatigosa. Por eso nos es difícil decidir. Y nuestra dificultad no está tanto en elegir, sino en saber elegir. Nuestra falta de decisión concreta, se manifiesta en la forma de una insuperable indecisión de fondo: no sabemos decidir porque somos indecisos; y somos indecisos porque no sabemos quiénes somos. Pensamos que somos lo que los demás piensan de nosotros, lo que los demás narran de nuestra vida, lo que los demás nos transmiten de nosotros. Sin embargo, nos damos cuenta de que el juicio del otro, incluso cuando es positivo, nos queda chico y, en realidad, no dice hasta el fondo quiénes somos. El juicio del otro no agota la pregunta sobre nuestra identidad. Cómo se nos ve no es lo mismo de quiénes somos verdaderamente. Al mismo tiempo, en cambio, corremos el riesgo de identificarnos con nuestros deberes, con lo que hacemos, con la técnica de la vida. Cuánto puede enfermarse la vida cuando se deja obligar en el pequeño corral del deber, de la norma, del juicio de los demás. Cuán infeliz se vuelve la vida de quien deja que sean otros quienes pronuncian su nombre y deja que su identidad la definan las técnicas de la vida que ha aprendido. La libertad es precisamente lo que nos recuerda esta malinterpretación, porque no sólo nos permite elegir la cosa correcta, sino porque nos empuja a elegir lo que nos cumple.